sábado, 15 de octubre de 2011

Los africanos que vendían africanos






Los africanos que vendían africanos


Un análisis de la otra cara de historia de la trata de negros a raíz de la declaratoria por parte de la ONU del 2011 como el Año Internacional de los afrodescendientes y del día de la raza.

José E. Mosquera*



La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 2011 como el Año Internacional de los Afrodescendientes con el propósito de fortalecer las políticas nacionales y la cooperación internacional, en beneficio de la población afrodescendientes, en relación con sus derechos  políticos, económicos, culturales y sociales. Al igual que su participación e inclusión en todas las esferas de la sociedad, la promoción de un mayor respeto y conocimiento de la diversidad, su herencia y su cultura.



Con motivo de esta declaratoria y de la celebración del día de la raza, el 12  de octubre me he  propuesto hacer unas reflexiones a cerca del rol que tuvieron los africanos en la trata de negros. De hecho, cuando se habla de la trata, algunos afrodescendientes tienen la falsa creencia que los africanos fueron victimas inocentes del mercantilismo europeo. En una serie de estudios e investigaciones históricas se ha comprobado que los africanos desempeñaron un papel determinante en el desarrollo de la esclavitud y de la trata y se ha esclarecido que gran parte de ellos no fueron víctimas inermes, sino actores determinantes en el triángulo de la compra y la venta de seres humanos.


Muchos de estos estudios son poco difundidos por los tabú que se han estructurado entorno a este polémico asunto. Por razones políticas a los afrodescendientes les han hecho creer que sus antepasados fueron las únicas víctimas del oprobioso comercio de seres humanos de África hacia las colonias americanas. En efecto por aquellos sesgos históricos ciento de afros en América ignoran que una gran cantidad de prisioneros de guerra, vagos y criminales blancos fueron también traídos de Europa y subastados como esclavos en las colonias americanas. Igualmente se oculta que miles de chinos e indios fueron transportados y vendidos como esclavos en las islas del Caribe, especialmente en Cuba y Puerto Rico. En las colonias inglesas cientos de sirvientes blancos fueron puestos en ventas en las subastas de esclavos negros. Además, de las similares condiciones de esclavitud y las altas tasas de mortalidad que padecieron los marinos de los barcos negreros durantes las travesías de la trata de las cuales poco se habla.


La esclavitud y la trata no solo fueron unas de las tragedias más horribles para los africanos, sino uno de los peores martirios y crímenes  en contra de los negros en la historia de la humanidad. Pero la lucha contra el racismo y la exclusión de los descendientes de los africanos en América no los puede llevar a ignorar el papel que desempeñaron los gobernantes africanos en el desarrollo de ambas prácticas. Por que como lo plantea David Brion Davis, en sus estudios sobre el problema de la esclavitud: “En África el negro que un día vendía esclavos, podía ser vendidos por otros pocos días después”. Existían tribus tan diestras en el comercio de esclavos como los Fidas, con capacidad de entregar un promedio de más de mil esclavos al mes y, otros como los Whydan, que tenían una destreza de llenar en cinco semanas más de cuatro barcos de esclavos.


Otro caso de profundos estudios ha sido el de la tribu de los Bambarena, donde la práctica de la esclavitud llevo a sus monarcas a formar aldeas con poblaciones cautivas y cada vez que deseban productos europeos los ataban y los vendían a los mercaderes del abominable negocio. Varios estudios han demostrado que en determinadas regiones en épocas de hambre los africanos vendían a sus hijos para asegurarse la supervivencia y la esclavitud era una práctica común y a veces era un castigo que se le imponía a los prisioneros de guerra, a los convictos, a los ladrones y a los adúlteros como lo han sustentado en sus trabajos historiadores como Daniel P. Mannix, Malcolm Cowley, Elizabeth Donnam, Eric Williams José Antonio Saco, Melville J. Herskovits, Joseph Inirori, Basil Davidson, Fernando Ortiz, Frederick Bowser y Michelé Buchet, quienes con sus estudios han hechos profundas rupturas y nuevos aportes sobre la historia de la esclavitud y de la trata de negros.



Estos autores han comprobado que los reyes africanos vendían a los conspiradores, a sus esposas,  a sus hijos, a sus padres y a sus hermanos. Además probado que había monarcas que amparados en los pretextos que en algunas aldeas se difundían rumores contra ellos no vacilaban en ordenar las destrucciones de aquellos poblados y condenaban a los moradores  a la esclavitud.


Otros investigadores como Joseph Inirori sostienen que los monarcas africanos, en la búsqueda del aumento de sus riquezas, sus dominios, sus poderes necesitaron de las armas y mercancías europeas por eso para ellos las armas se transformaron en un excelente negocio de intercambio por esclavos. Por lo tanto, en buena parte de los casos eran los propios reyes africanos que con sus ejércitos organizaban las oprobiosas caravanas de cacerías de negros con el fin de someterlos y luego venderlos como esclavos. En algunas regiones de Sudán fueron numerosos los reinos, en donde la esclavitud fue una de sus principales fuentes de ingresos de los monarcas y en otras zonas africanas tribus como los Ashantis y los dahomeanos se especializaron en la comprar de esclavos a las tribus del interior para luego revenderlos a los europeos.


Los Ashanti que eran inicialmente agricultores y abandonaron esa actividad cuando se dieron de cuenta que vender a sus hermanos era un negocio más lucrativo que cultivar la tierra. En opinión del historiador Mbaye Gueye, los Ashanti consideraron la presencia de los mercaderes europeos a lo largo de la costa como una nueva oportunidad de comerciar y como nuevo medio de reforzar su poder político entre los reinos de la región.


Basil Davidson en sus análisis sobre los reinos africanos esboza que en las ciudades-estado del delta del Níger que antes de la trata eran poblado de pescadores, se hicieron prósperas al estructurar unas redes comerciales altamente organizadas, basadas en la esclavización los poblados de las regiones interiores de la cuenca del Níger. En sus estudios sustenta que en la Costa de Oro casi todos los reyes suscribieron contratos anuales de suministro de esclavos con las compañías negreras a cambio de armas y mercancías europeas.


Por otra parte, el historiador chileno Marco Antonio Barticevi, subraya que “en el golfo de Guinea y en el valle del río Zambieze se desarrollaron Estados militares con base en el comercio de esclavos y muchos de ellos tenían una rígida organización militar, poseían grandes ejércitos y la mayoría de sus reyes se enriquecieron con la venta de sus propios hermanos”. El antropólogo Fernando Ortiz, en su libro Los esclavos negros, demuestra que fue tan grande la tiranía de algunos reyes africanos que la servidumbre de sus vecinos y hasta en la de sus vasallos como fuente de riquezas, fue tanta la codicia que despertó la trata en otros monarcas llegaron  a vender todos los habitantes de las aldeas.


Por eso es acertado los análisis que ha hecho el historiador senegalés Ibrahima Thioub, uno de los investigadores más destacado en el estudio del fenómeno de la esclavitud en África, cuando afirmó que “la esclavitud era en un proceso que ya venía antes de la intervención de los europeos” y sustenta su argumento que los reinos africanos eran sociedades en conflictos y por eso los grupos locales dominantes jugaron un papel determinante en el tráfico de esclavos hacia América. Tampoco se puede desconocer existieron muchas tribus en África, entre ellos, los Susus, en Guinea y los Vais, en Sierra Leona que durante mucho tiempo se negaron a vender esclavos. Esta es una simple síntesis de la otra cara de la esclavitud y de la trata de negros que debe hacer parte de los nuevos enfoques de la cátedra de historia afrolatinoamericanas.



*Periodista y escritor.